Y llorar por él
Ella quiere desdibujar sus canas.
Las que lleva arrastrando bajo la piel después de tantos años de maltrato. Y es que alguien que tanto la quiere ha decidido robarle su integridad, el aliento de vivir. Ha pasado los últimos meses soñando con el día D, día de la DIGNIDAD, ésa que recuperará si todo sale como ha planeado y logra escapar de las garras.
Sabe que no tiene adónde ir, pero ha comprendido que nada puede ser peor que lo que ha sufrido. Ninguna circunstancia nueva, por muy dura que fuera, podrá superar lo que ha sido su vida -su muerte- al lado de Goliat.
Saldrá de noche, cuando él esté con los amigos. Se irá sin dejar huellas, sin dejar pistas de su paradero. Pero, sobre todo, se marchará borrando de su cuerpo y de su mente cada segundo de inseguridad, miedo, indefensión y fracaso vividos. Al lado de su maltratador, ella es una mujer.
Una de cada tres mujeres en el planeta ha sufrido abusos en algún momento de su vida a manos de agentes del Estado, miembros de su propia familia o conocidos. A todas ellas se les ha robado el aire. Según las estadísticas españolas que maneja Amnistía Internacional, en lo que va de año, el 70 % de las víctimas que han perdido la vida no denunciaron a sus agresores. Un porcentaje demasiado alto que nos revela que el drama, la tragedia, continúa latiendo agazapada en el círculo familiar.
Este 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, se han celebrado en todo el mundo múltiples movilizaciones contra los malos tratos. Entre otras declaraciones, las de Isabel Ramírez, secretaria de Igualdad del PSOE: “desde los hogares, en la escuela, en los centros de trabajo, en la Universidad y en todos y cada uno de los ámbitos de nuestra sociedad, cada ciudadano, cada ciudadana y cada institución, pública o privada, tienen el deber y la misión fundamental de cooperar para educar en igualdad, sensibilizar a la ciudadanía, romper el cerco de silencio, prevenir el maltrato y denunciarlo desde sus primeras manifestaciones”.
El Planeta entero se ha hecho eco de las denuncias realizadas -a viva voz-. También Amazona, este blog dirigido al Mundo, a la Tierra, a la salud del Planeta. Y es que si la violencia de género acaba con nosotras, las mujeres, o nos enferma del dolor, no podremos parir más a los niñ@s del futuro, los niñ@s de nuestra especie. La violencia nos hace pequeñ@s, muy pequeñ@s.