
Permanece abriendo a La Isleta. Ha resistido a los embates de la especulación, del
politiqueo de tres al cuarto. La tierra de nuestros tatarabuelos sabe a mar. Aún tiene intactos sus vigías, que han tomado forma mitad de volcán y mitad de montaña. Por su belleza natural, por su singularidad, por su salitre, por sus yacimientos. Merece sobrevivir. Aún no han tocado
El Confital .
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