AmaZona

Mundo Posible

sábado, 7 de abril de 2007

"Tocatta" y "Fuga" en el fondo del mar

Cómo suena el mar... Dicen los afortunados que le escuchan que en sus entrañas se mecen sonidos cuyos cantos son capaces de competir con las mismísimas sirenas.

La tripulación del Vell Marí, la embarcación de la Fundación Cram y la Obra Social de la Caixa, llevan años de investigaciones cuidando los fondos marinos. La nueva aventura de estos biólogos dignos discípulos de Jacques Cousteau, que comenzó en marzo del pasado 2006, les ha traído ahora a aguas canarias.

En este lado del Planeta Azul, aseguran haber hallado fondos privilegiados donde navegan a sus anchas cientos de ejemplares de cetáceos (rorcuales, ballenas azules, ballenas francas, delfines, calderones).

Nada ajenos a estas colonias de mamíferos marinos, los científicos del Vell Marí han empezado su nueva campaña de investigaciones en las Islas Canarias. Con tecnología puntera en bioacústica, la tripulación ha empleado horas y horas en una tarea preciosa: escuchar a los cetáceos, los sonidos que emiten para comunicarse y entenderse.

Entre otros descubrimientos que han logrado estos científicos a favor del mar, destaco los ecos o clicks (como los han bautizado) que al parecer emiten los delfines, marsopas o calderones. Sonidos que ocurren a la hora de comer, justo en el momento de detectar bancos de peces que capturarán para alimentarse, sin utilizar el sentido de la vista. Con el sonido les es suficiente para orientarse cuando hay ganas de comer. Ven con los oídos, o lo que tienen por oídos. El instinto de estos animales ha desarrollado una forma de comunicación única con el que embelesar a sus presas para cautivarlas. Emitiendo sonidos saben apreciar la cantidad de peces localizados, el tamaño que tienen o el movimiento que traen. Todo un prodigio de los delfines que la ciencia del Vell Marí ha logrado adivinar.

Y con los cetáceos, con su forma de hablar, la música se abre paso en las entrañas de la Tierra, bajo el mar, cautivando a los amantes de las aguas que las cuidan. Los del Vell Marí velan por los habitantes de las aguas, pero ahora, además, aprenden su lenguaje, el ritmo del sonido de los cetáceos. Dentro del mar esa es la mejor sinfonía para una partitura.