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martes, 30 de marzo de 2010

Yoga tibetano y cáncer

Son pocas las ocasiones en las que podemos contar en Canarias con la presencia de yoghis y maestros como Alejandro Chaoul-Reich. Doctor en Religiones Tibetanas, especialista en meditación, yoga y otras disciplinas asiáticas, trae a Las Palmas de Gran Canaria entre los días 31 de marzo al 4 de abril, los beneficios de Trul Khor, una elevada práctica tibetana que, a través de sencillos movimientos, fortalece nuestro sistema inmunológico -algo esencial en estos tiempos modernos donde el estrés y la prisa hacen enfermar a la sociedad.

A diferencia de yogas provenientes de la India que tienen posturas fijas mientras la respiración fluye, en Tsa Lung Trul Khor, la
armonía se consigue uniendo movimiento, respiración y mente, las tres puertas esenciales del ser humano que, si permanecen sanas, nos abren el camino al equilibrio personal, a la buena salud.

Es una poderosa práctica diaria que hace explorar en profundidad la dimensión energética que poseemos a través del movimiento. Ya se sabe que todos los cuerpos, por el hecho de estar formados de materia, contienen energía. La
energía ni se crea ni se destruye, se transforma. Y si el movimiento es, pues, energía, entrando en contacto con esta práctica sutil, se consigue desbloquear obstáculos y enfermedades que se han mantenido por largo tiempo en el cuerpo y en la mente.

En teoría todo suena muy bien pero también en la práctica. El yoga
tibetano Tsa Lung Trul Khor, la armonía entre movimiento, respiración y mente cuya sabiduría trae ahora a Las Palmas de Gran Canaria el maestro Alejandro Chaoul, ya se practica con pacientes de cáncer desde el año 2000 en el Centro de Cancerología M.D. Anderson de la Universidad de Texas, donde Chaoul co-dirige el programa de entrenamiento cuerpo-mente.

En general, las investigaciones científicas llevadas a cabo en más de cien pacientes del Centro médico americano, confirman que las mejoras son evidentes tanto para quienes se someten a las duras sesiones de quimioterapia como para quienes se encuentran en períodos de recuperación. La calidad de vida de los pacientes aumenta, las tensiones motivadas por el dolor disminuyen, se mejora el sueño, las células se regeneran. Los médicos americanos que han aprendido la práctica de Trul Khor y la enseñaron a sus pacientes, confirman que ayuda a mantener la enfermedad a un bajo nivel y a superarla, en algunos casos.

Y si el daño del cáncer se logra mitigar con esta práctica sutil de perfecto equilibrio entre energía, cuerpo y mente, la contribución que hace la buena salud tibetana a la ciencia occidental, es innegable. Cualquier enfermedad mejoraría integrando respiración, movimiento y mente, ahí están los resultados. ¿Por qué no abrir entonces el abanico de la medicina a las posibilidades que aporta esta forma de curación integral, la que empieza sanándonos por donde hay que empezar: por dentro?

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